Películas de Medianoche

En Estados Unidos, durante la década de los 70 y una parte de los 80, de vez en cuando ocurría un fenómeno cultural en la cinematografía: las midnight movies (películas de medianoche). Se trata de cintas que por su discurso y contenido eran rechazadas por los distribuidores convencionales (acostumbrados a adquirir productos fácilmente comercializables) por lo que su proyección tenía que ser después de la media noche.

Sería lógico creer que la primera midnight movie fue una b movie de terror o una porno como Deep throat (Garganta profunda) de producción estadunidense, pero en realidad, la primera midnight movie de la historia fue nada más y nada menos que un western mexicano, escrito, dirigido y protagonizado por una leyenda viva proveniente de Chile: Alejandro Jodorowsky. El topo fue la primera cinta que provocó el fenómeno de las midnight movies. El Elgin Theatre de Nueva York se animó a proyectarla a las 12:00 AM en punto y la gente que asistía a ver la cinta lo hacía a manera de ritual “era la misa de Medianoche”.

Durante seis meses, miles de hippies asistían a la misa de medianoche para ver una película iniciática. Era común que Jodorowsky la presentara y recibiera una enorme ovación, había gente que la iba a ver 20 o hasta 30 veces. Fue en el Elgin Theatre donde John Lennon y Yoko Ono vieron la cinta dos veces y decidieron decirle a Alan Klein, que Apple (la compañía de arte de Lennon) la comprara para su distribución en Estados Unidos. Al tratar de distribuirla como una cinta tradicional con funciones todo el día en varias salas, la película no funcionó, se perdió la magia de la experiencia nocturna ritualística que se vivía en el Elgin Theatre. El topo era un evento especial.

Dennis Hopper y Peter Fonda eran fanáticos de la cinta. Sin embargo, Hopper se llevó una mala impresión de Jodorowsky y considera que éste tiene un lado oscuro dominante: “Es un hombre muy inteligente, muy leído, pero creo que no es una buena persona” declaró Hopper para un documental británico que incluye entrevistas con él, Marcel Marceau, Moebius,y otros artistas.

Durante mucho tiempo, la industria estuvo buscando el siguiente “Topo”, una nueva película que explotara en la medianoche y tuviera una audiencia de culto. Fue The night of the living dead de George A.

Romero la cinta que demostró que El topo no había sido un caso único, una película de zombies que servía como analogía de la crisis de Vietnam, tanto en Estados Unidos como en el país Asiático, se convirtió en la segunda midnight movie exitosa. Otros títulos de midnight movies importantes: Pink flamingos de John Waters,The harder they come de Perry Henzell,The rocky horror picture show de Jim Sharman y Eraserhead de David Lynch.

Hubo miles de intentos por provocar los fenómenos de las cintas mencionadas, pero todos fallaron. Estos seis títulos eran especiales.



por Olallo Rubio

El loco y el ermitaño

Cansado de la ciudad, el hombre tomó un cayado, una bolsa con pan y se fue a recorrer bosques, valles y montañas. Las zarzas convirtieron su traje en harapos, el sol ennegreció su rostro y las piedras devoraron la suela de sus zapatos. Él, sin preocuparse, perseguía a las mariposas queriendo revolotear como ellas. En la miseria de su aspecto, brillaba una sonrisa. Era tal la alegría de esa expresión, que los mosquitos acudían a chocar contra sus dientes, atraídos como por un foco.

Una noche, el loco pasó frente al tronco hueco en donde vivía un ermitaño. Al verlo, el anciano se inquietó: “Este hombre camina sin mirar hacia el suelo. El terreno está lleno de trampas, de arbustos espinosos, de precipicios. ¡Debo salvarlo!” Le ofreció su lámpara. El loco quiso asir la llama creyendo que era una mariposa más intensa que las otras y, al quemarse, la arrojó lejos. El anacoreta, terco como todos los sabios que siempre quieren terminar lo que comienzan, abandonó su retiro para avanzar delante del extraviado, alumbrándole el camino. Al cabo de un tiempo, miró hacia atrás y se dio cuenta, consternado, de que el loco había dejado de seguirlo. Lo encontró hundido en un pantano, menos preocupado de ahogarse que de salvar a las luciérnagas que guardaba en su puño. El viejo le tendió una rama, lo lavó, lo secó y cuando volvió a caminar, otra vez le alumbró el paso, pero en lugar de darle la espalda, avanzó retrocediendo… Llegaron ante un precipicio. Como no tenía ojos en la nuca, el ermitaño se precipitó en el abismo. El loco, siempre sonriente, corrió hacia los bosques en pos de un fuego fatuo.